A menudo, la memoria humana, tan vívida en el momento de un evento extraordinario se desvanece con el paso de los años, dejando a las generaciones futuras con piezas incompletas de un rompecabezas. En ocasiones, los contemporáneos de un hecho asumen que su relevancia es entendida por todos, sin percatarse de que el tiempo y el olvido transforman lo cotidiano en un misterio.
Para la década de los 70’s, a pocos años de su más grande y última ampliación (te podría interesar: https://flotilla-aerea.com/2014/05/17/msss-pista-15-33-cumple-50-anos/), el Aeropuerto de Ilopango ofrecía un atisbo de modernidad al ser la única instalación capaz de recibir aeronaves jet, conectando a El Salvador con un mundo que parecía avanzar más rápido de lo que la nación podía seguir.
A finales de diciembre de 1972, un jet de cuatro motores arribó al país, un evento que para los testigos pudo parecer normal, salvo por un detalle inusual: la presencia de una “Cruz de Hierro”, emblema de la Luftwaffe, en su fuselaje. Aunque la llegada de esta aeronave se trata de un episodio de notable interés histórico-aeronáutico, su reconstrucción ha sido posible gracias a una minuciosa investigación, limitada por el hecho de que a esta fecha solo se conserva una fotografía que ha resistido el paso del tiempo.
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La palabra Luftwaffe, que en alemán significa «Arma Aérea», designa a la Fuerza Aérea Alemana, tanto en su versión actual como en su pasado histórico. Su escarapela es la emblemática “Cruz de Hierro” (Eisernes Kreuz), un símbolo militar con un profundo arraigo en Alemania, cuyo origen se remonta a las guerras napoleónicas. Más que un emblema, esta insignia representa la continuidad de sus fuerzas armadas, proyectando una imagen de tradición y poder.
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La madrugada del sábado 23 de diciembre de 1972 quedaría grabada como una de las más trágicas en la historia de Nicaragua. A las 00:35 horas, un terremoto de magnitud 6.2 en la escala de Richter sacudió Managua con una duración aproximada de 30 segundos, tiempo suficiente para causar una devastación sin precedentes. El epicentro se localizó cerca del lago de Managua, a tan solo 28 kilómetros de la capital, intensificando el impacto en las áreas más densamente pobladas. La catástrofe dejó un saldo inicial estimado de 10,000 víctimas fatales, más de 20,000 heridos y 300,000 personas desplazadas. La destrucción fue total en amplias zonas de la ciudad: edificios colapsaron, incendios se propagaron rápidamente y la infraestructura básica quedó inutilizable. En medio del caos, la noche se iluminó con los destellos de llamas y escombros, mientras miles de sobrevivientes buscaban desesperadamente a sus seres queridos entre los restos de una ciudad en ruinas.
La noticia del devastador terremoto que golpeó Managua en la madrugada del 23 de diciembre de 1972 despertó una rápida respuesta de solidaridad internacional. El Salvador al igual que los otros países vecinos, junto con potencias regionales como México y Estados Unidos, reaccionaron inmediatamente, enviando ayuda humanitaria y equipos de rescate.
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La noche del 22 de diciembre, el personal de aerotécnicos celebraba su fiesta navideña en la base aérea de Ilopango. Sin embargo, al conocerse la tragedia ocurrida en Nicaragua, el evento fue suspendido de inmediato, iniciando los preparativos para que a las 05:00 horas el primer C-47 de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) despegara rumbo a Managua, transportando personal de la Cruz Roja junto con un cargamento de víveres, medicinas y artículos de primera necesidad.
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Para canalizar este esfuerzo, se activó un puente aéreo hacia el aeropuerto “Las Mercedes”, que se convirtió en un punto crítico para la recepción de suministros. Sin embargo, la infraestructura limitada de la terminal y su capacidad restringida obligó a que las aeronaves más grandes no permanecieran mucho tiempo en tierra. Aviones de diferentes tamaños trasladaban provisiones esenciales a Managua retornando con ciudadanos nicaragüenses heridos para recibir atención médica y/o repatriando a connacionales. Este despliegue logístico internacional fue fundamental para enfrentar las primeras etapas de la tragedia, asegurando que personal médico, rescatistas, alimentos, medicinas y equipos llegaran a quienes más lo necesitaban.
Al paso de los días, más y más ayuda continuó llegando a Nicaragua, mucha de ella procedente del otro lado del mundo. El jueves 28 de diciembre de 1972 aterrizó en el Aeropuerto de Ilopango el avión Boeing B-707-307C registro 10+04 de la “Luftwaffe”, para incorporarse al “PUENTE AÉREO” hacia Managua.
La aeronave, cargada con suministros de emergencia y tiendas de campaña para las víctimas del terremoto, llegó procedente directamente del “Cologne Bonn Airport” (EDKK/CGN), Alemania. Debido a la escasez de productos derivados del petróleo en el aeropuerto “Las Mercedes”, realizó una escala en El Salvador para abastecerse de combustible antes de continuar su misión humanitaria.
Durante los siguientes cinco días, operó desde el aeropuerto de Ilopango como un enlace vital entre Nicaragua, Costa Rica y El Salvador; transportando enseres de primera necesidad a Managua y al regreso, evacuando heridos y enfermos hacia hospitales en los países vecinos. La fotografía que se conserva captura el instante en que el avión se abastecía de combustible frente al edifico de la terminal de pasajeros (actualmente el Museo Nacional de Aviación).

El Boeing B-707-307C matrícula 10+04 (msn 20000 / LN 759) salió de la línea de producción el 06 de noviembre de 1968, portando la matrícula 68-11074, posteriormente fue entregado a la “Luftwaffe” el 18 noviembre de ese mismo año para utilizar el registro 1004 (10+04) y el nombre “Hermann Köhl”, pionero de aviación alemana; fue asignado a la “Flugbereitschaft des Bundesministeriums der Verteidigung” (Special Air Mission Wing of the Federal Ministry of Defense) donde voló hasta noviembre de 1996.
En julio de 1998 inicio un proceso de modernización, para ser transferido a partir de diciembre de 1999 a la “Organización del Tratado del Atlántico Norte” (OTAN) donde utilizó la matrícula del Gran Ducado de Luxemburgo LX-N20000 y la librea de la Alianza Atlántica; en septiembre de 2011 fue retirado de vuelo para convertirse en “ground trainer” para las tripulaciones de aviones E-3 de la flota operativa de “AWACS” (Airborne Early Warning and Control) al interior de la “Manching Air Base” (ETSI/IGS) en la ciudad de Ingolstadt, Alemania.
Más de 50 años después, el contexto de la única fotografía conocida de este Boeing B-707 en El Salvador finalmente emerge, revelando que aquel aterrizaje en Ilopango no solo marcó un momento excepcional en la aviación local, sino que también representó la primera vez que una aeronave de la Luftwaffe tocó suelo salvadoreño. Sin embargo, este hecho histórico quedó irremediablemente ligado a una de las mayores tragedias de la región: el devastador terremoto de Managua en diciembre de 1972.
De no ser por la mirada atenta de quien supo captar ese instante con su cámara (te podría interesar: https://flotilla-aerea.com/2018/05/04/dia-del-spotter/) y por una minuciosa investigación realizada medio siglo después, aquel episodio, vinculado a una misión humanitaria en tiempos de crisis, bien pudo haberse desvanecido en el olvido. Este vacío documental nos recuerda cómo, en ausencia de relatos escritos o detalles concretos, el pasado puede distorsionarse, dando paso a especulaciones, errores y en algunos casos, a la invención de hechos. Este artículo busca arrojar luz sobre aquel fugaz capítulo de la historia aeronáutica nacional, rescatando tanto la evidencia tangible como los ecos de una historia que estuvo a punto de perderse para siempre.
Artículo elaborado por Flotilla-Aérea vía Mario Alfaro con la invaluable colaboración de don Guillermo Estrada (Técnico de la FAS en la década de los 70´s).