A lo largo de más de cien años de historia muchos han sido los entusiastas que sin ejercer directamente sus habilidades en el pilotaje, mantenimiento, liderazgo u otras especialidades aeronáuticas, han dejado una huella imborrable en los registros de la aviación nacional. En 1925 un ciudadano norteamericano radicado en el país realizó la donación de un avión monoplano para la recién creada Flotilla Aérea Salvadoreña.
Winnall Agustín Dalton Vásquez (Tucson, 22 de noviembre de 1894 – San Salvador, 24 de marzo de 1962) fue el penúltimo de los siete hijos del herrero y fabricante de carruajes Winnall Agustín Dalton I, y también padre del poeta Roque Dalton. Tras abandonar Tucson, se estableció en México durante la revolución. Desde allí, organizó junto a su hermano Henry —quien permanecía en Estados Unidos— el envío de armas y algunas aeronaves para el ejército de Venustiano Carranza. Fue en esta actividad donde conoció al piloto norteamericano, diseñador y fabricante de aviones, Lawrence Wesley “Larry” Brown.
El primer registro confirmado de su presencia en Centroamérica data de julio de 1917 en el departamento de Yoro, Honduras, cuando tenía 23 años. Posteriormente emigró a El Salvador, donde contrajo matrimonio con Aída Meredith Ulloa Maine; para enero de 1920 aparece ya casado y residiendo en San Francisco, California.
Para 1923, Winnall Dalton Jr. se encontraba de vuelta y bien establecido en El Salvador. Prueba de ello son una serie de cartas publicadas en La Prensa los días 11 y 12 de julio de ese año, en las que ofreció tres mil dólares (equivalentes a unos $55,400.00 actuales) al ganador de un concurso de acrobacias aéreas propuesto entre el aviador italiano, pionero de la aviación salvadoreña, Capitán Enrico Massi (te podría interesar: https://flotilla-aerea.com/2009/12/29/enrico-massi-pionero-de-la-aviacion-salvadorena/) y el piloto “Larry” Brown.
Dalton Jr. inició cultivando algodón y luego amplió su producción a caña de azúcar y café. En una finca de la que había sido copropietario en la costa de Usulután, empleó una aeronave importada de Estados Unidos para fumigar los cultivos de algodón con productos químicos durante la temporada de 1925 –la primera vez que se realizaba esta actividad en El Salvador–. Este mismo avión, un monoplano Brown Parasol fabricado por Lawrence Brown, fue el que donó a la naciente aviación militar salvadoreña.
La entrega se realizó oficialmente el lunes 12 de octubre de 1925, durante los festejos del “Día de la Raza”. La aeronave, nombrada con el apellido de su donador: “El DALTON” (te podría interesar: https://flotilla-aerea.com/2020/11/01/aeronaves-nombradas-el-salvador/), incrementó el número de aparatos de la Escuela Militar de Aviación.
El Brown Parasol, primer monoplano operado en el país, era un avión triplaza de diseño simple y robusto, con un ala alta reforzada por puntales rígidos (struts). Diseñado y construido en 1924 por Lawrence W. Brown en Los Ángeles, California, para uso comercial o recreativo, este modelo era en esencia una modificación del biplano de entrenamiento Curtiss JN-4D ‘Jenny’. De dos aparatos que entraron en servicio, uno fue exportado a El Salvador. La aeronave compartía el mismo tipo de motor que el ‘Jenny’ operado por la aviación salvadoreña desde junio de 1924: un Curtiss OX-5 de ocho cilindros en V, enfriado por agua, que generaba 90 HP a 1,400 RPM.
* * *
Un avión de “ala parasol” es un diseño aeronáutico en el que el ala principal se sitúa por encima del fuselaje, sin contacto directo con él. La estructura se completa con una serie de puntales y cables de soporte que conectan el ala con el fuselaje, que queda suspendido debajo.
Ventaja: Ofrece al piloto un campo de visión excepcional, ya que el ala no obstruye la vista lateral o frontal. Desventaja: La compleja estructura de soporte genera una mayor resistencia aerodinámica.
* * *
El avión presentaba un fuselaje de construcción mixta, con una armazón de madera de abeto y fresno reforzada con cables de acero. Esta combinación de materiales daba como resultado una estructura compuesta que optimizaba el peso, la resistencia y la durabilidad. El soporte del motor era desmontable, lo que facilitaba su mantenimiento y permitía la instalación de diferentes tipos de propulsores.
El tren de aterrizaje estaba construido con tubos de acero redondos con carenados de madera. El patín de cola, fabricado en fresno, podía girar sobre su eje para aliviar la tensión de torsión sobre el fuselaje durante el rodaje en curva. Los amortiguadores de goma poseían una flexibilidad extrema para absorber las vibraciones sobre el fuselaje al desplazarse sobre terreno irregular, tal y como era el campo aéreo de Ilopango en esa época.
El ala «parasol» era de diseño convencional forrada de tela, ofrecía un rendimiento muy bueno en todos los aspectos y proveía de una visibilidad excepcional para el piloto y los pasajeros; las alas estaban construidas enteramente de abeto, a excepción de las costillas (ribs), que eran de tilo. Todo el conjunto alar se reforzaba al fuselaje mediante puntales de acero con carenados de madera; estos puntales eran aerodinámicos, pero no generaban sustentación. Las superficies de cola eran completamente de madera.
Al carecer de mandos dobles, el «Dalton» no se utilizó para la instrucción inicial de vuelo, pero sí fue fundamental para el entrenamiento avanzado de pilotos ya graduados. En él, figuras de la aviación nacional como Humberto Aberle, Juan Ramón Munes, Jacinto Bondanza, Herman Barón y Julio Faustino Sosa, entre otros, perfeccionaron sus habilidades.
Diecisiete meses y quince días después de su entrega, la historia del “Dalton” concluyó de manera trágica. Casi al mediodía del sábado 27 de marzo de 1927, el joven piloto subteniente Ricardo Wagner Aberle Pérez perdió el control de la aeronave durante la ejecución de maniobras de vuelo, impactando en los terrenos del aeródromo de Ilopango. El aparato resultó completamente destruido y el subteniente Aberle se convirtió en el primer piloto salvadoreño fallecido en un accidente aéreo.
Artículo elaborado por Flotilla-Aérea vía Mario A.
Fuentes consultadas:
– Archivos F/A
– Cornejo Escobar, D. A. (2002). Historia de la Fuerza Aérea Salvadoreña. CONCULTURA.
– Atwood, R. (2012). Gringo iracundo: Roque Dalton y su padre. Revista Realidad, 134, 525-549.

		


