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Corazones Camuflados

 

Una nota dedicada al hombre de mi vida…. Mi padre, quien a pesar de que no estar conmigo en físico, siempre vive en mi, a cada instante su presencia me llena de fuerzas y esperanza. esto lo escribí el 23 de octubre de 2006 y hasta ahora lo encontré 🙂

En muchas ocasiones nos mencionan que los militares siempre han sido fríos, serios, rudos y hasta crueles, y que durante la guerra de nuestro país, ellos nunca mostraron su corazón. Incluso que no tenían uno; y que solo eran cuerpos con uniformes. Pero eso no es así, muchos de ellos fueron más nobles que cualquiera en la actualidad.


Los militares en la historia de nuestro país tomaron un papel trascendental dentro de la sociedad, defendiendo la soberanía nacional, fueron ellos los que dieron todo a costa de sus vidas, la guerra fue una época de conflicto entre hermanos, donde las ideologías eran suficientes para matar, donde no importaba edad, sexo o clase social, simplemente de que lado estabas.
Cada sesenta días se encontraban con sus familiares, sucios llegaban a sus casas, descansaban y trataban de retomar una vida hogareña… en 5 días. La mayoría de veces era imposible. Muchos lloraban al llegar a sus casas, saber que su hijo ya empezaba a caminar o que había otro que estaba resguardado en el vientre de su esposa y que ellos eran simples espectadores de aquella vida. Ellos simplemente no participaban.


¿Los militares eran crueles? Si consideramos que tienen un hogar, una esposa, hijos, padres, amigos, ¿Cuál es la diferencia con nosotros? Hay que reconocer que son humanos, que se cometieron errores, que la adrenalina muchas veces fue mas fuerte que su pensamiento.


Muchos de los 9,140 heroicos soldados que la Fuerza Armada Salvadoreña reporta que murieron en el conflicto armado tenían un corazón grande, llenos de esperanza, luchaban por un futuro prometedor; y ahora otra vez es por ellos que sentimos más seguridad, en tiempos de paz, es cuando pedimos por ellos, como defensa del pueblo en contra de la violencia.
Hay corazones camuflados en las guerras, donde hermanos mueren; las guerras son despiadados productos de personas en niveles más altos, que ordenan y no cuestionan un porqué de las cosas. Los militares que lucharon día a día por la soberanía nacional tienen sentimientos de algodón y mentes de acero, y las familias que ahora recuerdan la guerra reconocen que de ambas partes se perdieron grandes hombres, grandes padres y grandes amigos.


Todos los que lucharon por nuestra nación, y que continúan en ello, son seres humanos, sienten viven, y mueren como nosotros. Imposible afirmar otra cosa. Ellos perdieron DOCE años de sus vidas, que jamás serán devueltos.

Andrea Arbizú

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