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Entre ceniza y agua

«Esta historia que comienzo a contar es solo parte de los recuerdos que pueden encontrarse en mi mente…No quiero que estos recuerdos se pierdan en el olvido…»

La misión fundamental de la Fuerza Aérea Salvadoreña ante desastres naturales, es la de realizar reconocimientos aéreos en las zonas afectadas, desarrollar misiones de evacuación y rescate, auxilio de victimas, transporte de alimentos, medicina y cualquier otro tipo de suministro de vida para la población. Misión que ha sido cumplida con éxito por el Escuadrón de Helicópteros y por el Escuadrón de Transporte, aprovechando de lleno, las características de las aeronaves que poseen. Las siguientes líneas narran una pequeña muestra de las actividades realizadas por el personal de la Segunda Brigada Aérea, específicamente por los pilotos del Escuadrón Caza y Bombardeo, durante estos desastres naturales; considerando que cuenta para el cumplimiento de la misión asignada con aeronaves de combate y de reconocimiento.
La historia que cuento a continuación, solamente es una remembranza de la furia con que la madre naturaleza golpeo a nuestro país en Octubre del año 2005, me refiero a la tormenta Stan y la erupción del volcán de Santa Ana (Ilamatepec).

Viernes 30 de Septiembre de 2005
Para ser sincero, no recuerdo muy bien ese día…quizá por el hecho que de era un viernes aparentemente normal y que además recibía servicio. La jornada comenzó como de costumbre: briefing matutino, instrucciones de operación, orden vuelo, tip diario de seguridad aérea…en fin nada fuera de su lugar…Al llegar al reporte meteorológico se podía leer: «Se prevé en ingreso de una onda tropical para mañana sábado por la tarde y siguen la emanaciones de gas del volcán de Santa Ana». Hasta ese momento todo estaba bien, así que pensé, que si terminaba mis tareas rápido y no hubiese retrasos en los vuelos programados, quizá tendría una tarde tranquila. El día pasó sin que ninguna actividad se saliera de lo normal.

Sábado 1 de Octubre de 2005
A las 7:30 horas, el día siguiente, me encontraba listo para entregar el servicio, consignas, novedades, aeronaves de alerta chequeadas y el reporte meteorológico: «Se prevé en ingreso de una onda tropical por la tarde y siguen la emanaciones de gas del volcán de Santa Ana». No tenia prisa por retirarme, ya que tenia mi vehiculo en la base.
Recuerdo muy bien, minutos mas tarde, que cuando cerré la puerta del baúl en el parqueo, escuche la voz de un compañero a pocos metros de mi: «…Heeeey!!! Acaba de hacer erupción el volcán de Santa Ana!!!». En mi mente únicamente pasaba una idea: ¿Como? ¿No puede ser? ¿Me estará jugando una broma?…Es imposible, si el cielo esta tan azul, no ha temblado, no escuche nada, en fin, no puede ser!!!

A los pocos segundos, pudo más la razón que mi incredulidad y me acerque a la línea telefónica más cercana, al preguntar al Centro de Operaciones, la respuesta sonó como una bala de cañón: La erupción tenía pocos minutos de haber iniciado.

Flotilla Aérea
Erupción del volcán de Santa Ana desde las calles de Izalco (autor desconocido).

Pero, ¿que podía hacer en ese momento?…¿como debería reaccionar un piloto de combate ante una erupción volcánica?…No recuerdo muy bien cuando deje de interrogarme, lo que si recuerdo es cuando ya estaba en el Centro de Operaciones, cambiado de gabacha de vuelo y preparado para lo que fuere. Mi espera fue muy corta…cortísima diría yo. Llegaron las instrucciones del Escalón Superior, en la cual se ordenaba la realización de un vuelo de reconocimiento sobre el área general del volcán de Santa Ana.
En ese momento pasaron una gran cantidad de pensamientos por mi mente…acababa de recibir la orden, y comenzaban los 300 segundos para estar en el aire, cámara lista, equipo de vuelo listo, que se me olvidaba…aaahhh el paracaídas y casco.
Al dirigirme hacia la rampa, recibí nuevas instrucciones, había que esperar…reinicie mi camino y me dirigí a paso veloz, pero tranquilo hacia la aeronave, entre las cosas que pasaban por mi mente estaban: los estragos que podían causar las emanaciones de azufre a mi cuerpo si las llegaba a respirar y los daños que puede causar a la aeronaves el atravesar nubes de cenizas volcánicas.
Durante mi espera en la rampa, observaba el horizonte lejano hacia el oeste, sin poder ver nada que pareciera una erupción. Luego, apareció mi copiloto, un oficial mas joven que yo, con la orden de despegue…rápidamente nos «amarramos» a la aeronave, motor uno…ok, motor dos…ok, la misión: realizar un reconocimiento aéreo de la zona afectada, informar del sector por donde se desplaza la lava…si es que hay, y había que hacerlo rápido…había que hacerlo bien.

Flotilla Aérea
«El Salvador torre, el dragón cuatro dos siete, solicitando prioridad y despegue inmediato…para reconocimiento en la zona occidental»…fueron mis palabras por la radio…Con la autorización de la torre, en menos de un minuto ya estábamos en el aire, rumbo whisky en ascenso (foto archivo Segunda Brigada Aérea).

Inicialmente ascendimos a 10,000 pies para tener una mejor perspectiva de la zona, había vientos del norte, por lo que decidí aproximar desde esa dirección para evitar volar entre ceniza. Sobre el área general de Tamanique no pudimos ver ninguna fumarola o algo parecido, solo una formación de nubes sobre las montañas, la columna de desechos se había disipado con la misma rapidez de fue expelida por el volcán.
Sobre Tepecoyo, empecé a sentir un tenue olor a azufre en la cabina, mi primera reacción fue ver con recelo a mi copiloto, pensando en los posibles estragos que había causado el cambio de altitud en su organismo…pero luego me di cuenta que eran las emanaciones volcánicas…oxigeno 100% fue mi orden…10,000 pies, no pudimos ver nada, iniciamos el descenso, para observar mejor. Lago de Coatepeque, despejado…Ciudad de Santa Ana, despejada…Área general de Apaneca, despejado, solo faltaba revisar el sur del volcán, pero ahí seguía esa nube, como si fuera la voluntad de la naturaleza impedir que viéramos su más reciente travesura. Al sobrevolar las inmediaciones de Izalco, observamos un particular color grisáceo en toda la superficie, era ceniza volcánica…pero, ¿de donde salió toda esa ceniza? La nube aun seguía ahí…esporádicamente se abrían unos pequeños pasadizos que permiten ver por instantes la cima del volcán, pero no con el detalle que requeríamos.

Flotilla Aérea
Imagen del complejo montañoso Cerro Verde, Volcán de Izalco y Volcán de Santa Ana, tomada en el vuelo del 1 de Octubre de 2005 en el A-37B n° de cola 427 (foto SL).

En un abrir y cerrar de ojos, ahí estaba…el espacio exacto que nos permitiría ingresar al seno del volcán, «cámara lista me dijo mi copiloto, – ok…allá vamos», le dije; ingresamos a un estrecho pasaje nuboso abierto como por la voluntad del coloso, dándonos una única oportunidad de ver el interior de sus entrañas, y ahí estaba, el cráter se había cerrado con la erupción, pero esta bien definida la ruta del deslave de lodo hirviente que bajó a gran velocidad sin importar quien o que se interpusiera es su camino.
Sobre esa aérea, me pareció como si el volcán se hubiese molestado por nuestra presencia, con lo que nos vimos rodeados por un manto de nubes densas. No quise seguir la trayectoria de vuelo frente a nosotros, porque ahí esta el núcleo de la nube; no tenia visibilidad lateral, por la estrechez del pasadizo y no quise virar a los lados, ahí estaba el volcán de Izalco y el Cerro Verde…nariz arriba, toda la potencia y viraje derecho, no mas de 30º, hasta romper la capa de nubes. Siete, ocho, nueve segundos y ahí estaba el cielo casi azul, alas niveladas y con la evidencia necesaria a bordo. No habían ríos de lava ni fumarolas y a parte de la ceniza no parecían haber sido afectadas mortalmente las poblaciones aledañas…fue el momento de retornar a la base.
En el camino de regreso, informamos por la radio de la situación, asimismo recibimos nuevas instrucciones: «Dirigirnos a Ilopango, para entregar la videocinta e informar de la situación a la Jefatura». Con increíble rapidez, el cielo se empezó a cubrir de nubes de tormenta, pero no importo, ya estábamos a cinco millas en final, próximos a aterrizar.
Una vez aterrizados en Ilopango, yo esperaba entregar la cinta, que nos reabastecieran de combustible y en un par de minutos estar de regreso en Comalapa…Minutos después, me di cuenta que tendría que posponer mis planes, ya que personalmente teníamos que llevar el video a San Salvador e informar del vuelo.
Luego de un par de horas, ya casi al atardecer, retornamos a la aeronave, solo para encontramos con una sorpresa: se había declarado estado de alerta…por lo tanto, era mejor cancelar del todo mis planes para ese fin de semana. Chequeamos la aeronave, combustible y a pesar de que había una ligera lluvia sobre la estación, el Aeropuerto Internacional de El Salvador, se encontraba cerrado por condiciones meteorológicas.
No recuerdo cuando tiempo esperamos con exactitud, lo que si puedo decir es que curiosamente, al momento que el Aeropuerto Internacional de El Salvador se despejo, el Aeropuerto de Ilopango se cerro por lluvias también, condición que duro hasta entrada la noche, por lo que no había una razón de peso para realizar el traslado de la aeronave y tripulación hacia su sede con tales condiciones meteorológicas adversas.
«Mal tiempo para volar…buen tiempo para beber», le dije a mi copiloto, pero habían dos impedimentos para cumplir con ese nuevo objetivo: el primero, es que mi copiloto no bebe pero ni en navidad, y la segunda es que estábamos en alerta, así que después de la cena, nos retiramos a descansar, no sin antes informarnos sobre la situación de la erupción del volcán y el nuevo fenómeno natural que recién afectaba a nuestro país: La tormenta Stan.

Flotilla Aérea
Imagen satelital de la tormenta Stan (archivos NOAA).

Domingo 2 de Octubre de 2005
Eran alrededor de las 9:00 horas cuando iniciamos el briefing de vuelo con mi copiloto, para retornar a Comalapa, una leve lluvia nos indicaba que iba a ser un vuelo corto pero con todas las condiciones meteorológicas optimas para realizar un vuelo por instrumentos. El despegue fue rápido y sin contratiempos, pero nuestro recibimiento en el Aeropuerto Internacional de El Salvador fue frío por la torrencial lluvia que azotó nuestro aterrizaje…para esto nos entrenamos, para cumplir la misión, y para cumplirla bien.
No se debe pensar este fue el fin de la participación de la Segunda Brigada Aérea durante esta singular combinación de fenómenos naturales que afectaron a nuestro país, este fue más bien el principio.
Se realizaron numerosas misiones de reconocimiento aéreo, en aeronaves O-2A/B en las zonas afectadas, tanto en el norte como al oriente y occidente del país. Pero fue hasta la tarde del Miércoles 5 de Octubre que la magnitud del desastre finalmente se hizo evidente: la erupción del volcán, y luego de más de 72 horas de constantes e intensas lluvias provocadas por la tormenta tropical «Stan», provoco que comunidades enteras fueran desplazadas, vastas regiones costeras como el bajo Lempa y Garita Palmera habían quedado, literalmente, bajo el agua. Los ríos habían crecido de forma impresionante, la mayoría saliéndose de su cauce, inundando poblaciones y destruyendo campos de cultivo. Numerosos derrumbes y deslaves habían dejado inservible parte de la red vial en las regiones afectadas.

Flotilla Aérea
Vista aérea de Garita Palmera (Ahuachapán), vuelo del día 6 de Octubre de 2005 en el O-2A n° de cola 610 (foto B7).

A partir de la tarde del 4 de Octubre de 2005, empezaron a arribar vía aérea a nuestro país los cargamentos de ayuda humanitaria, tanto en aeronaves civiles como de fuerzas aéreas amigas. Para efectos de controlar la ayuda a los damnificados, el Comité de Emergencia Nacional, en coordinación con el Ministerio de Defensa estableció como centro de recepción, almacenaje, inventario y distribución de la ayuda internacional, a la Segunda Brigada Aérea. Esto gracias a la experiencia ganada en los días que siguieron al huracán Mitch y a los terremotos del 2001…Pero esa…esa es otra historia.

B7.

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